A quien le amarga un dulce. Imagina, después de un día duro alguien desliza sus suaves manos por tu cuello, hombros, espalada, piernas y brazos. Te da pequeñas caricias por varias zonas de tu cuerpo usando crema que permite que el roce se vuelva más suave y rico.
Empieza por acariciarte un poco el hombro, no tan fuerte como para producirte dolor, pero tampoco tan suave como un roce. Debe ser agudo, directo y estimulante. ¿Que sientes? ¿Te agrada? Ahora imagina unas manos suaves recorriendo de este modo todo tu tenso cuerpo.
1 comentarios:
A mí también me encantan los masajes
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